Objetivo fotográfico: La Luna.
21 de Julio de 1969, 3:56 hora española. Neil Amstrong pone el pie sobre la superficie de nuestro satélite: «Es un pequeño paso para un hombre pero un gran salto para la humanidad» dirá el comandante de la misión Apollo XI. Despues Aldrin, el piloto del módulo Lunar, se reúne con el. Durante dos horas y media los astronautas despliegan instrumental científico, toman muestras de roca y por supuesto hacen fotografías. Estados Unidos se toma la revancha de la URSS que había puesto en órbita al primer hombre alrededor de la tierra.
El viaje a la luna no ha dejado indiferente a los aventureros del espacio, Neil Amstrong es localizable, Buzz Aldrin por su parte, cayo en la depresión hasta que volvió a encontrar una razón para vivir «descendí de la cápsula diecinueve minutos después de Neil y fui yo que hice descender la cámara de fotos con una polea. A continuación, cuando nos desplazábamos tomé una foto de la huella de mis botas sobre la luna. Luego Amstrong hizo la foto en la que se me ve posando junto a la bandera. Todo fue muy rápido, pues apenas teníamos estabilidad. La otra dificultad era mantener el mástil clavado en el suelo que estaba cubierto de una fina capa de polvo muy poco consistente. Entonces arrugamos la bandera para dar la impresión de que soplaba un ligero viento que la hacia ondear, pero ciertamente no hay viento en la luna. Con esta imagen queríamos rendir homenaje a la supremacía de nuestra nación, ante los cientos de millones de personas que nos estaban viendo e directo.
Treinta años después, usted me pregunta si la fotografía ilustra bien lo que viví. Para responderle tengo que recurrir a mi memoria, para recuperar lo que viví en realidad, pero, justamente, sin las fotos, no podría. Ellas representan la única prueba tangible de ue no lo soñé.
La cámara se quedó en la luna.
Jim Ragan es uno de los ingenieros que puso a punto a lo largo de dos años la cámara que utilizaron los astronautas. «Modificamos una Hasselblad, un modelo sueco, ajustándonos al pliego de condiciones de la NASA: había que tener en cuenta las condiciones de ingravidez y las variaciones climáticas. Después agrandamos todos los botones de los mandos, pues los astronautas tenían unos guantes extremadamente grandes. Era una cámara automática que llevaban unida al traje, para hacer una foto, les bastaba con girar el cuerpo en la dirección deseada y disparar. Una de nuestras grandes preocupaciones era evitar el polvo lunar, cuya composición desconocíamos, sobre el objetivo y las películas. Fabricamos un cepillo especial que funcionó muy bien. La ironía es que tuvieron que dejar la cámara en la luna, porque la prioridad eran las muestras lunares y la capacidad del LEM era limitada. Lo único que regresó a la tierra fue la carga»