La fotógrafa Dorothea Lange y su «Madonna»
El día se ha puesto frío y húmedo ese 6 de Marzo de 1936. cuando Dorothea Lange decide regresar a casa. Acaba de pasar un mes fotografiando a los trabajadores de temporada en la costa Oeste. Al borde de la carretera ve un cartel que anuncia un campamento de recogedores de guisantes. La fotógrafa tiene prisa por volver a ver a sus dos hijos y pasa de largo. Treinta kilómetros mas adelante, sin embargo, da media vuelta «Me dejé llevar por el instinto, no por la razón» escribe en 1960. Un camino de tierra lleno de fango la conduce a un campamento precario donde se hacinan familias de inmigrantes. «Entonces vi una mujer hambrienta y desesperada y me acerqué a ella como atraída por un imán» Lange no estará allí mas de diez minutos, el tiempo de cambiar algunas palabras con Florence Thompson, una viuda de 32 años, madre de seis hijos que acaba de vender las ruedas del coche para comprar comida y que sobrevive comiendo verduras heladas de los campos y los pájaros que cazan los niños. La niña acurrucada a la derecha hoy día Kathleen Thomson ya adulta precisa «en realidad nosotros habíamos llegado a ese campo de Nipomo porque se había roto la correa de transmisión de nuestro coche, estábamos esperando a que la repararan para seguir viaje a Watsonville, donde nos habían dicho que había trabajo» Dorothea hará 6 fotografías, a última será la buena y la que representará para siempre a «Los excluidos del sueño americano»
La imagen de la miseria americana.
El 26 de Octubre de 1929 16.000 millones de dólares se esfuman en la bolsa de Nueva York. Es el primer gran desplome bursátil del siglo. EEUU se hundirá en la gran depresión y miles de empresas quiebran llevándose consigo a trece millones de trabajadores que vagarán sin un empleo por el país. Cuando Lange descubre las hordas de desempleados, silenciosos, dignos, que recorren la ciudad, los comedores sociales y las oficinas de empleo se lanza ha realizar un reportaje. En Washington sus fotos conmueven a Roy Stryker, un economista que trabaja en la Farm Security Administration, el departamento de reformas rurales que Roosvelt el presidente acaba de crear para ayudar a los agricultores arruinados mediante subvenciones. Para desbloquear los fondos el presidente necesitará convencer al Congreso y a la opinión pública. Por iniciativa de Stryker la FSA creara un departamento fotográfico donde once fotógrafos captaran durante seis años el testimonio de la miseria de las victimas como forma de propaganda gubernamental, siendo la primera vez que la fotografía prestaba sus servicios a este caso, de 270.000 imágenes que se captaron 100.000 son de Dorothea y su imagen de la «Madonna» será el icono de la depresión y por supuesto la de su autora «Y sin embargo no fue la única foto que tomé en mi vida» suspira Lange al final de sus días.
Buscando la dignidad perdida.
A los 67 años, la hija lee en voz alta una entrevista a su madre en 1978 «Nuestra foto ha dado la vuelta al mundo pero nosotros no hemos visto nunca un céntimo. Por eso exijo mil dólares a los periodistas que vienen a entrevistarme» «Estoy harta de simbolizar la miseria humana pese a que mis condiciones de vida han mejorado» a partir de ahí anuncio acciones legales para impedir la publicación de la imagen. El proceso no se celebra, nada indica que la foto fuera tomada sin su conocimiento. Mas bien al contrario. Cinco años después no obstante sus hijos no vacilan en publicar la foto en el New York Times para solicitar donativos para ayudar a sufragar los gastos de hospitalización de su madre enferma de cáncer. 15.000 dólares llegarán de todo el país en vano Florence Thomson muere el 16 de Septiembre de 1983 con 79 años.
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